La empatía, los dispositivos y las prácticas
A propósito del intercambio anterior, me gustaría hacer una salvedad respecto a lo dicho por, Diana, respecto a su desacuerdo con mi análisis en el punto de:
pensar que el dispositivo presencial de algún modo "garantiza" la empatíaPensando como educador y además como ex-hombre de teatro: Creo que es importante, para quienes trabajamos en la educación, diferenciar entre los dispositivos y las prácticas.
El acto de instalar una persona frente a un auditorio constituye un dispositivo que funciona quizás desde antes de que los italianos inventaran la caja sin la cuarta pared y pusieran en lugar de ella a un declamatore, a un actor a que jugara al como si, buscando generar empatía con quienes lo escuchaban y atraparlos con las manos invisibles del relato.
Es más: Bertolt Brecht que luchó denodadamente contra el histrionismo de Hitler, desarrolló una estrategia de puesta en escena a la que llamó Teatro del Distanciamiento, mediante la cual intentaba explicarle al auditorio que eso que estaba viendo era una representación y no debía sentirse involucrado emocionalmente, sino como un expectador absolutamente racional. Adonde debía involucrarse era afuera. Ese era el mensaje. Sin embargo, no todo el teatro de Brecht es del género de distanciamiento. Muchas de sus mejores obras son piezas maestras del teatro empático clásico, donde lo que se busca es involucrar emocionalmente al espectador.
La emoción, decía un motivador famoso, llamado Napoleón Hill, hace con el aprendizaje el mismo trabajo que la levadura con la harina en el bollo de pan: Consigue, con la misma cantidad de materia, que ocupe más lugar.
Que la mayoría de los profes hayan vaciado el ingrediente de representación escénica del que también está hecho el dispositivo de transferencia que se arma en el espacio del aula, no condena al dispositivo (la herramienta) sino al que hace mal uso de ella.
Yo creo que es un recurso absolutamente potente y muy útil, sobre todo en ámbitos de trabajo con chicos desmotivados. Obviamente tiene que ver con que el profe pueda sostenerlo a lo largo del año y arreglárselas para renovar ese convenio tácito que se establece al iniciar el curso, cada vez que entra al aula. Muchas veces, ninguno de los contenidos curriculares que uno cree que enseña, importan. Lo que verdaderamente, educa, marca y por ahí consigue que un chico siga en la escuela, es el encontrarse con la posibilidad de identificarse con alguien que para él encarne un modelo diferente de lo que conoce. Obviamente esto no está dentro de las variables que uno puede manejar. Lo que sí podemos hacer es mantener esa cuota de magia y de sorpresa, tan cerca de él como para que sienta que puede apropiársela y lo suficientemente lejos como para que comprenda que no es un regalo ni un don, sino que es preciso trabajar para conseguirla.
Imagen: Carlay